El Teatro de la Uva es una agrupación teatral independiente surgida de la necesidad por parte de sus integrantes de crear nuevos espacios de expresión, de utilizar espacios no convencionales para la representación teatral.
Con su primera pieza, El Espejo, la agrupación busca también ubicarse en un nuevo espacio de creación, diferenciado del performance en cuanto se somete al orden teatral más proprio de la dramaturgia que del arte pástico, y diferenciado del arte escénico convencional, pues no requiere de un público que asista a una sala, sino que traslada hacia donde se encuentre un potencial interlocutor.
Para el montaje de El Espejo, el formato escogido es el que la agrupación ha denominado cortoteatro, dada su breve duración, en el que calza a la perfección un monólogo a dos voces que pretende exteriorizar una vida a través de dos cuerpos.
La pieza tiene como base y motor un ejercicio teatral, denominado el espejo, en el cual dos personas se colocan una frente a la otra, mirándose fijamente a los ojos, en completo silencio, utilizando sólo su mirada como herramienta de comunicación para entonces empezara realizar movimientos iguales, generando el efecto de un espejo. Ambas personas son reflejo, y guías al mismo tiempo.
La obra presenta pequeños destellos de la vida de una mujer que se sienta todos los días frente al espejo, y las diferentes actitudes que toma en esos momentos. El hilo conductor va a ser el punto alrededor del cual giran todas sus reacciones: la soledad. Queda de parte del espectador averiguar, sentir o suponer cuál de las dos mujeres es el reflejo y cuál es la mujer auténtica.
El hilo dramático es un texto sobre las emociones humanas, los posibles interlocutores pueden encontrarse tanto en una tertulia como en un local nocturno, espacios a los que se sumarán todos aquellos en los que, como un espejo, pueda haber un espectador identificado con lo que ve en escena.
Con su primera pieza, El Espejo, la agrupación busca también ubicarse en un nuevo espacio de creación, diferenciado del performance en cuanto se somete al orden teatral más proprio de la dramaturgia que del arte pástico, y diferenciado del arte escénico convencional, pues no requiere de un público que asista a una sala, sino que traslada hacia donde se encuentre un potencial interlocutor.
Para el montaje de El Espejo, el formato escogido es el que la agrupación ha denominado cortoteatro, dada su breve duración, en el que calza a la perfección un monólogo a dos voces que pretende exteriorizar una vida a través de dos cuerpos.
La pieza tiene como base y motor un ejercicio teatral, denominado el espejo, en el cual dos personas se colocan una frente a la otra, mirándose fijamente a los ojos, en completo silencio, utilizando sólo su mirada como herramienta de comunicación para entonces empezara realizar movimientos iguales, generando el efecto de un espejo. Ambas personas son reflejo, y guías al mismo tiempo.
La obra presenta pequeños destellos de la vida de una mujer que se sienta todos los días frente al espejo, y las diferentes actitudes que toma en esos momentos. El hilo conductor va a ser el punto alrededor del cual giran todas sus reacciones: la soledad. Queda de parte del espectador averiguar, sentir o suponer cuál de las dos mujeres es el reflejo y cuál es la mujer auténtica.
El hilo dramático es un texto sobre las emociones humanas, los posibles interlocutores pueden encontrarse tanto en una tertulia como en un local nocturno, espacios a los que se sumarán todos aquellos en los que, como un espejo, pueda haber un espectador identificado con lo que ve en escena.
Fuente: Teatro de la Uva
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